Después de ayer haber pasado horas leyendo sobre los atrapasueños, me atasqué en mis cavilaciones; no encontraba la manera de redactar un texto que resultara interesante y que, al mismo tiempo, no fuera mera información disponible en la red y que ustedes pueden encontrar sin mi ayuda. No podría haber sido de otro modo: la solución se ha revelado en forma de sueño.
Por favor, vean nada más qué asombrosa es la mente a la hora de atar cabos.
Me encuentro, en estos días, viviendo simultáneamente dos circunstancias tan trascendentales como dispares; no sé si opuestas, pero diferentes. Ambas me han exigido sobrado esfuerzo emocional e intelectual— mas las dos no son otra cosa sino la vida misma sucediéndose: por un lado, la reciente muerte de mi mamá y por el otro, la planeación de mi boda.
Son las 3 de la mañana (al menos cuando comencé a escribir) y la urgencia por asentar lo que soñaba me ha levantado de la cama. He soñado que una amiga diseñaba para mí un sitio web –muy similar al que hicimos mi pareja y yo para anunciar a nuestros invitados sobre la boda— pero en este caso, era para que la gente nos diera el pésame a mi hermano, a mi papá y a mí. Había un botón que en cuanto lo presionaba el visitante de la página web, en lugar de confirmar su asistencia a la boda, su nombre se agregaba a una lista de gente que quería hacerte saber lo mucho que lo sentía y que estaba contigo en tu dolor; esto independiente a la opción de dejar, o no, un texto personal.
Yo en mi sueño pensaba que era una gran idea, que para mí eso era suficiente, que no pedía mucho más de aquellos tantos que habían amado a mi mamá en vida, y que la seguían amando en sus memorias, como vecina, como antropóloga, como amiga, hermana, tía, confidente, como maestra de los talleres de cuento para niños y los de autobiografía para mujeres, como editorialista, como lectora insaciable, como compañera de risas, libros, cigarritos y cafés; como marchanta habitual de los martes de mercado en el súper, como hacendosa ama de casa; o incluso, por herencia, como pareja, en toda la extensión de la palabra, de mi papá o como la cariñosa y siempre presente madre de Daniel y mía.
Y bueno, ustedes pensarán: ya nos contó su sueño y sus disertaciones sobre él, pero qué diantres tiene que ver todo esto con los Atrapasueños. Pues les explico, pero sean pacientes porque los tengo que poner en antecedentes.
Los ahora ampliamente comercializados atrapasueños, tienen su origen en el pueblo indígena Ojibwe (también conocido como Chippewa), asentado en los alrededores de los Grandes Lagos al norte de Estados Unidos y al sur de Canadá.
El pueblo Ojibwe fabrica los atrapasueños tradicionales forjando un aro de madera de sauce; para después, tejer con hilo o tendones una red, que asemeja al de una telaraña, dentro del aro. Posteriormente, agregan cuentas y plumas con significaciones sagradas que penden del arco inferior del aro.
Actualmente, en todas partes del mundo se elaboran y comercializan atrapasueños de los más diversos estilos y materiales, como artículos artesanales o New Age; muchas veces desmereciendo su manufactura y propósito tradicionales.
En 1929, el etnógrafo Frances Densmore registró una leyenda de la cultura Ojibwe en la que cuenta como Asibikaashi, la Mujer Araña, en un principio cuidaba de todos los niños y personas en la tierra. Cuando la Nación Ojibwe se expandió, Asibikaashi no se da abasto para proteger a todos, entonces los padres de niños pequeños, para prevenir a sus hijos de infortunios, tienen que recurrir a colocar sobre las cunas de los infantes un asabikeshiinh (araña en Ojibwe), conocidos por nosotros como atrapasueños.
Podemos notar que el atrapasueños se trata, en realidad, de un amuleto que protege, no únicamente contra pesadillas y visiones nocturnas desagradables, sino contra cualquier influencia negativa. Durante las noches, lo “bueno” atravesará las redes del talismán, pero lo “malo”, en cambio, quedará prendido en la malla, se escurrirá lentamente por las plumas colgantes y aquí quedará atrapado hasta que a la mañana siguiente los rayos del sol pulvericen toda perversidad.
Debido al despotismo, la avaricia e intolerancia, el pueblo Ojibwe –como la mayoría de las culturas precolombinas en América— ha sido vejado, fastidiado, segregado y explotado. Desde finales del siglo XIX y más enérgicamente a partir del Movimiento Panindigenista a mediados del siglo XX, se ha levantado la voz en nombre de los derechos sociales, económicos y políticos del pueblo Ojibwe; y aunque ciertamente se han logrado algunos avances importantes en materia legal, como el derecho de los indígenas a participar en las elecciones nacionales a través del voto y una relativa autonomía; la mayoría del pueblo Ojibwe sigue viviendo en extrema marginación. En las Reservas en las que viven existen tasas altísimas de desempleo, de analfabetismo y de abandono de estudios, sueldos opresivos, abuso de alcohol y alta incidencia de suicidios.
En el 2005, en la Reserva India del Río Rojo –una reserva al norte de Minnesota absolutamente cerrada, donde, con el objetivo de conservar sus tradiciones, sólo se permite que habiten miembros originarios de la tribu— un jovencito de dieciséis años, de nombre Jeffrey Weise, cuyo padre se había suicidado; cuya madre alcohólica tenía un severo daño cerebral; y él mismo con varios intentos de suicidio en su haber y un sinnúmero de desdichas más a cuestas; un buen día (que nada tuvo de bueno) le disparó con un arma de fuego al abuelo y a su novia con los que cohabitaba, hasta dejarlos exánimes; después tomó el auto del viejo occiso y se dirigió al High School para continuar con su sangrienta y lamentable masacre. Murieron en el tiroteo cinco alumnos, un guardia, una maestra y el mismo Jeffrey, quien, al llegar la policía, sintiéndose acorralado se pegó un tiro en la sien.
En días subsecuentes, la comunidad Ojibwe de la Reserva del Río Rojo se reunió en ceremonias y rezos sanativos para despedir a las víctimas y brindar apoyo a los familiares dolientes (explicado en mi muy mestiza y occidental cosmovisión). Desde entonces el grupo de danza y tambores de la reserva, Little Thunderbird, ha utilizado el atrapasueños como símbolo de esperanza y alivio ante la experiencia traumática y de pérdida sufrida. Miembros de esta agrupación han viajado a otras poblaciones donde han acontecido tiroteos similares en escuelas (Columbine, Marysville, Townville por nombrar algunas) para compartir con los sobrevivientes de estos lugares sus canciones, historias y regalarles un atrapasueños como emblema de solidaridad.
Mientras leía ayer esto, me conmovió profundamente el gesto de los Little Thunderbirds. La caravana de jóvenes danzantes y músicos que lleva música, baile, leyendas y atrapasueños a las víctimas de estas desgracias, saben que no serán capaces de disolver las penas de unos ni de otros, ni que podrán impedir el abatimiento y melancolía, pero les hacen saber a los afligidos que están ahí, que se tiene los unos a los otros y que los acompañan en su proceso de cicatrización.
En estos días, hoy se cumplen once días de que mi mamá falleció, han habido varias personas que me escriben, que me hablan por teléfono o que me dicen en vivo, que son malos manejando estas situaciones de condolencia. Hay ocasiones que simplemente los noto nerviosos e incómodos. Yo misma he tenido esta sensación de torpeza al dar el pésame. Ahora observo que cuando las palabras correctas no salen, un abrazo basta, ya sea en forma de emoticono o uno muy fuerte en vivo y en directo. Saberlos que están ahí para y con nosotros: con mi papá, con mi hermano, conmigo; basta para saber que la vida tiene sentido. Por eso, en mi sueño de esta noche, elogiaba la plataforma que había construido mi amiga para facilitarnos a todos la vida (o, mejor dicho, la muerte).
Como la telaraña en los atrapasueños, una comunidad unida por lazos de cariño y afecto es capaz de atrapar pensamientos nocivos y, a su vez, dejar fluir los buenos recuerdos y las alegrías compartidas.
Gracias.
Hermosas palabras te mandó un gran abrazo recuerdo cuando Mariana iban al Taller de cuento y empezaron a escribir sus cuentos tengo muchos recuerdos de tu mami 30 años de conocernos y lo unidas que estuvimos cuando se fueron a Inglaterra
Patty Padilla
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Patty, muchas gracias. Te mando un abrazo muy muy apretado.
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Que lindo mi querida sofy, como te lo dije antes,me quedo con tantos bellos recuerdos de mamá Vero, tantas enseñanzas y sobretodo su cariño en cada gesto conmigo. Recuerdo me preparaba mi sándwich especial porque no lo comía como tú y papá Moisés, las idas acampar, pijamadas y juegos en tu casa y un millón de recuerdos hermosos. Se que la partida de tu mami es parte del ciclo de la vida, es doloroso y triste pero en lo personal, me ha regresado a muchos años atrás , la pasó recordando mi niñez y tantas experiencias que viví a su lado que créeme , muero porque mi hija crezca para contarle tan bellos recuerdos y ahí estará Vero una y otra vez recordandola con todo mi cariño y amor!! 💓
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Marianita, he leído varias veces ya tu mensaje y te quiero agradecer muchísimo por tus palabras, es muy bonito saber que recuerdas de esa manera a mi mamá, que dejó una huella tan linda en ti. Sin duda fue una mujer excepcional que nos tocó profundamente a varios. Feliz cumpleaños retrasado, por cierto, y muchos besos a tu hijita.
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