I
En un atardecer, soñé a Mamá Dolores volver abrazar a su hijo desaparecido, mientras una voz impregnada en el viento susurraba un coro perpetuo: —¡Una madre nunca debería ver a sus hijos morir, una madre nunca debería ver a sus hijos morir! —Una y otra vez, se repetía aquel lamento entre la espiral del viento. Retrocedimos en el tiempo, a ella le dolió un mundo entero y dos lunas destrozadas parirlo; escuchamos al susodicho ente de sus entrañas, a un año después de nacer; justo cuando comenzaba a reverberar sus primeras palabras, a las moscas les decía: —»¡biiiis!» —Y en alguna de esas tiernas ocasiones, al fin pudo decir: —»¡mamá!» —Recuerdo la sonrisa de Mamá Dolores, ya insípida, su abandonada mirada se llenaba de lágrimas evocando a su pequeño, mientras que de su pecho; una horda de pájaros brotaba junto al dolor de mil almas desaparecidas. Ella, murió sin saber donde descansaban los restos de su malogrado hijo, más se fue preocupada, dejando en este inhóspito mundo a su hija pequeña de un lustro.
A veces sueño a Dolores, moribunda, delirante, musitando el nombre de su desaparecido; mientras aquel himno maldito, el del viento con una voz impregnada; acompañaba su camino a la nada, aquel coro le resonaba y la despedía, mientras ella finalmente moría. Una madre nunca debería ver a sus hijos morir.
II
En una mañana, soñé a Mamá Margarita viendo a su pequeño hijo corriendo en la playa, la silueta de su niño Julio frente al amanecer querido, aurora que les recargaba el alma tres rayas de fuerza y una más de ensueños; mientras sus manos jugaban a las sombras de animales sobre la arena, en el sonido de las olas se impregnaba una voz melodiosa que decía: —¡Vive Lorca! ¡Lorca Vive! —Mamá Margarita luchó con épica resistencia, sabiéndolo desaparecido, sabiéndolo caído. Muy a pesar de las ominosas autoridades y del contubernio con los criminales, buscó lo que quedó de su querido Julio, y logró encontrar sus restos; huesos que alguna vez salieron de su útero, veintitrés años antes; finiquitados en una fosa, veintitrés años después; le pudo dar el sepulcro que merecía, sepelio que nunca debió tener. Las cenizas de Julio, se encuentran en una sagrada urna junto a Margarita exiliada.
A veces sueño que las olas del mar traen consigo una voz diciendo: —¡Vive Lorca, en su cuerpo las balas, en su espalda alas de mariposa! —Tal vez sea porque a una corta edad precaria, leí las letras de nuestro querido García; por ello me retuerzo con ignominia recordando que, Franco descansa en un glorioso mausoleo, y Federico en una desconocida cuneta. Siquiera, tenemos de nuestro lado a la palabra escrita, y las historias de nuestros sueños malparidos; nosotros, los Nadies Ensoñados.
III
En la noche de un plenilunio, soñé que nuestros nadies se encontraban abrazados, habíamos formado sin querer, la silueta de una malograda ave; nuestras sombras conjuntas, habían moldeado sobre el asfalto, el justo espacio sideral para una constelación sin nombre. Yacíamos inmersos en la profundidad de una calle, silenciosos y emotivos en el Londres de otro mundo, muy parecido a Cuetzalan con sus míticos callejones; nos encontrábamos a la deriva de la lluvia para esconder nuestras lágrimas, guareciéndonos en nuestro silencio de un sueño sin tiempo.
Hubo un instante donde los hilos de la gravedad, nos habían resguardado en un onirismo extraño; levantamos nuestros semblantes rendidos, viéndonos con nuestras miradas cristalizadas, ya desesperanzados; uno del otro, sabíamos que el fin del mundo se acercaba, nos quedaba poco tiempo para sentirnos vivos en este sueño. Lloramos nuestros pasados, murmuramos futuros que nunca podrían ser; mientras un cumulonimbus nuclear nos poseía.
A veces sueño que tú y yo, somos un ave dentro de un mundo en blanco y negro, volando hacia lo más alto, desafiando a la fuerza de la gravedad, hasta herirnos con la punta de una luna menguada para desangrarnos, y así; esperar que el amanecer nos funda en una grandiosa nube arrebolada. Las sombras de nuestros nadies, son un Kolibri bebiendo el néctar de una Flor en el Fin de los Tiempos.
Gracias Sofía Ensoñada.
Lÿvean Imedecis
Cholula, Puebla
Agosto 2019