Lÿv, como me ha pedido que lo llame, me mandó a modo de introducción de su persona algunas de sus arrobadoras fotografías.
Hace alrededor de un par de semanas caí, una vez más, en el mal hábito adoptado (contra el que lucho actualmente por dejar): a primera hora de la mañana, al tan sólo abrir los ojos, revisé mi celular. En Instagram había un mensaje de un tal: Lÿv Jaan. A modo de introducción, recibí de su parte tres de sus arrobadoras fotografías; no me gustan los pochismos, pero la expresión en inglés breath taking es la más correcta para describir lo que experimenté al ver sus imágenes. En definitiva, Lÿv supo cómo engancharme.
Antes de continuar leyéndolo, me metí a su perfil de Instagram y de verdad, no di crédito a las joyas con las que me encontré. Siempre he pensado que el mundo y sus colores son tan hermosos, tan perfectos, que es muy fácil caer en el efectismo y en la afectación a la hora de querer plasmarlos en una pintura, en una fotografía o con palabras. En realidad, a mi parecer es verdaderamente complicado evitar hacer remedos cursis o huecos de la naturaleza. Pero Lÿv consigue en cada una de sus fotografías exprimir los coloridos néctares de lo que ve a través de su lente, con honestidad, sin ninguna pretensión y con mucha sabiduría; de modo que ver sus fotos se asemeja en demasía a la estremecedora experiencia de presenciar por vez primera un atardecer, una flor, una espiga o una luna.
Regresé al mensaje escrito que me había dejado Lÿv durante la noche en la bandeja de Instagram, antecedido por las fotos que ya les conté. Ponía al principio: “Me atrapo tu blog, fue lindo leer esos pedazos de onirismo que destilas con la palabra escrita…” (Me saludo tuteándome, mas después continuó y ha continuado escribiéndome de usted por más que le he dicho que no es necesario. Cuando le pido se refiera a mí de tú, responde con un ambiguo: “Disculpa, así me he acostumbrado en estos tiempos.” Pero siempre termina regresando al usted). Yo, después de haber visto sus fotografías, me sentí tremendamente humilde, una vil mortal y muy halagada por sus gentiles palabras.
El mensaje se desarrollaba en reflexiones que él había hecho acerca de mi blog: “[…] las fotos del espejo, el reflejo, desde que nacemos comenzamos a morir” caviló; y en fragmentos de escritos sobre los sueños de su autoría:
«Entre el frío de una mañana junto al Sol de aquel mundo, se aliviaron nuestros pesares, caminábamos tan ligeros, apenas si pesábamos; habíamos igualado a las nubes y alcanzamos a las tierras flotantes, tomados de las manos nos fuimos a la deriva del viento, y llegamos a un lugar donde los nimboestratos eran los únicos mares, pudimos nadar y derrochar estrellas fugaces. Anteriormente, habíamos sido aniquilados, ahora, nos encontrábamos dentro de un relato intenso, al fin estábamos juntos en el mismo ensueño». Fragmento de “Flor del jardín y el fin de los tiempos» – Lÿv Jaan.
Desde entonces ha continuado un ir y venir de palabras, en una especie de moderna relación epistolar. No, no lo conozco, sé que me escribe en las madrugadas; sé que encuentra en la naturaleza significados que parecen ocultos por el tormento de un mundo injusto; además, sé algunas otras pequeñas cosas que me ha confiado sobre su persona, pero que no las compartiré con ustedes, porque me parece prefiere vivir en el anonimato.
“Le confiaré mi nombre, me llamó Iván, y si me lo pide también le daré mis apellidos; sinceramente prefiero el pseudónimo, me pongo Lyvean o Lyv I., por si quiere dar crédito o no, y si le suena mal o raro mi pseudónimo, simplemente póngale “anónimo” o misterioso ser no suena mal…”
Éstas son las primeras imágenes que publico que no se hicieron exprofeso para ilustrar los sueños del blog. Sin embargo, no me podrán desmentir si les digo que están, como dice la frase común: ni mandadas a hacer. Cuando tenía cuatro años tuve una disputa con la vecinita de mi edad: yo le había dicho que mi mamá era quien pintaba, cada atardecer, el cielo de colores. No sé de dónde saqué esta idea, pero Olivia me dijo que no era cierto, que era su mamá quien lo pintaba. Nos dejamos de hablar un buen rato por este motivo. Ya desde entonces, tengo una fascinación obsesiva por los colores del cielo; tema que evidentemente comparto con mi amigo epistolar.
“Siga soñando, no despierte. Me llevo su blog a la montaña. Hágame un favor, cuídese mucho y ande con bien.” Se despide el misterioso ser.
“Desde las bajas sombras de las flores, sus incandescentes sellos en la mañana de un frío otoño, murmullos de una lengua proscrita, hablada sólo por un delirante moribundo bajo el cobijo del árbol enfermo; idioma que sólo entienden los hambrientes pájaros, las ramas secas y las critaturas en el sueño de los olvidados.” Frag. De “Los nadies ensoñados” – Lÿv Jaan
Ver su colaboración en En Sueños aquí: