Iba yo en bici. Había una película y quise entrar. El anuncio sobre la pared era el rostro de una chica rubia y una estrella de Navidad. Entré al cine, pero la película era de propaganda religiosa y no me gustó. Me salí y me fui pedaleando a la casa de mi infancia. Yo no vivía ya ahí, pero ahí me iba a quedar a dormir. Con mi mamá. Le preguntaba si podía dormir con ella y me decía que sí, porque Malú (mi hermana mayor, que siempre dormía con ella (mi papá dormía en otro cuarto porque roncaba muy fuerte y mi mamá tenía el sueño ligero) ) no iba a dormir con ella esa noche.
La casa no era mi casa de cuando era yo chica. La recámara de mi mamá no estaba pintada y era mucho más angosta. Las paredes eran de cemento.
Tendríamos mi mamá y yo la cama para nosotras solas. Estaba la cama tendida, pero algo arrugada, la estirábamos bien. Las sábanas eran muy blancas y tenía protector de colchón.
Yo le preguntaba qué día sería mañana, porque si fuera viernes tendría que levantarme temprano e ir a Tai chi. Mi mamá no sabía responderme. Entonces encontraba colgado de la cabecera de la cama, un calendario grande, de esos que se les arrancan las hojas. Y sí, mañana sería viernes.
Nos acostábamos y nos dormíamos. Más al rato desperté, pero, al parecer, sólo soñé que me despertaba. No sé si de veras me desperté o seguía dormida. No entendía por qué estaba la luz prendida y la televisión encendida.
Después de un ratito sí me desperté y entendí que me había quedado dormida toda la película. Había pensado, o soñado, que mi mamá no podía dormir y se había puesto a ver una película en la tele, pero era yo la que se había quedado dormida viendo una película en la tele y la que había soñado con mi mamá.
Cuando desperté pensé en contarle este sueño a Sofía. Y mientras estaba recordando el sueño me quedé otra vez dormida y volví a soñar.
Soñé que estaba con Sofía en un parque, sentadas las dos en una banca. Yo estaba contándole mi sueño y a ella se le caía un broche para el pelo entre las maderas de la banca. Se metía dentro de su zapato. No le parecía nada bien que se le cayera el broche en el zapato.
Pocas veces he soñado con mi mamá. Murió hace 45 años. Lo raro es que no me extrañaba. Era como si todavía viviéramos en ese tiempo. Algo que me da tristeza es que la recámara era fea, sin pintar y chiquita. Creo que es ahí donde entra la conciencia de que mamá está muerta.
Leticia Valenzuela: la tía actriz, la más joven de los seis hermanos Valenzuela Gómez Gallardo.
maravilloso recorrido del soñar la memoria…felicidades y abrazo para Leti y su sobrina Gaviera
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